Necesitaba de su regreso. Lo necesitaba. Hacía ya un año de su marcha.
Raúl mientras se vestía en su pequeña habitación percibía el olor a té verde y, mirando a la vez el brillo del sol que entraba por su ventana la recordaba.
Aunque siempre la pensaba. Siempre. Ella, por fin regresaba. La sentía. La intuía. Llegaba.
Llegaba la primavera.
Diego Santos Márquez. 2015
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